La espera, una agridulce tortura...
- amordemisamores
- 17 sept 2014
- 2 Min. de lectura
Aún recuerdo cuando salió el primer telefono móvil. Mis cartitas de amor las enviaba por Fax.
Y de repente teníamos este dispositivo, con el cuál podíamos localizar a cualquier persona en cualquier lugar. Era algo impresionante, era magia para mí.
No pasó mucho tiempo, y yo ya tenía un celular y me sentía muy cool. (Nadie nos advirtió que podríamos convertirnos en esclavos de este mágico aparatito).
Y así fue, como empezó la espera, la dulce tortura, la ilusión, de recibir alguna señal de vida de esa persona tan especial.

Creo que llevo casi 15 años, padeciendo de este síndrome y estoy segura, sin miedo a equivocarme, que todos hemos pasado por esta tortura. Momentos en dónde los segundos se vuelven horas y los días se vuelven dolor. Aún a mis 28 años me emociono al recibir alguna respuesta, algún emoticon, aglunos caractéres que alimenten la esperanza de que tal vez y sólo tal vez, él sea, el amor de mis amores.
Antes era una llamada, luego fueron los SMS. Ahora entre el Whatsapp, el inbox de Facebook, los e-mails, incluso un tuit, nuestros corazones podrían sufrir daños irreversibles de tantas emociones. Y si somos correspondidos pues que gran ilusión! Es de disfrutar cada notificiación, cada beep, cada respuesta... No sabemos cuánto podrán durar esos momentos tan mágicos y cargados de tanta ilusión. (En mi caso, últimamente, duran aproximadamente una semana.) Pero bueno eso es tema de otro post...
Ahora, si pasan los minutos, las horas e incluso los días. Y si eres como yo, viendo constantemente si está online. O me convierto en detective, revisando su última conexión, con la esperanza de sentir algo en el estómago que me diga que el amor se aproxima, y no recibo NADA. Pues, considero, que nos llegó el momento de entender que nuestro posible gran amor, se quedó en eso, en una posibilidad.
La película He´s not that into you (2009) nos hizo tratar de entender de la manera más clara posible, y aún así nos aferramos a esa espera, a esa agridulce tortura... Pero está bien, si perdemos la esperanza, que nos quedará después?

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